Cambiarse a sólidos es un acto de rebeldía contra lo desechable, contra lo efímero.
Es aceptar que todo tiene un ciclo: que todo inicia, se transforma y termina.
Es cambiar lo hecho en masa de forma industrial, por lo que cuida, respeta y reconecta.
Es volver a los ingredientes, a lo que viene de la tierra y de las manos que la cuidan. A recordar de dónde venimos y quiénes somos.
Es cambiar la forma en que consumimos, en que cuidamos de nuestrxs cuerpxs, de nuestras comunidades, de los animales y los ecosistemas.
Es cambiar lo cotidiano por lo consciente, lo instánteno por lo intencional.
Cambiarse a sólidos es elegir un camino más simple, más limpio, más real.
Son pequeños cambios con un gran impacto y todo comienza con una barra.